¿Existe algo más romántico que ver a tu panadero de barrio encendiendo su horno de leña en la quietud de la madrugada, mientras las llamas danzan al calor del fuego y el pan artesanal, amasado y formado a mano con cariño, se cuece, llenando el aire con el aroma embriagador de la madera y el pan recién horneado?
Sin restar mérito a los panaderos que utilizan hornos de leña ni subestimar el esfuerzo y la técnica que implica, este artículo busca desmitificar la imagen idealizada del panadero, a menudo empleada como una táctica de marketing más que como una realidad objetiva.
¿Qué es un horno de leña?
Un horno de leña es un horno que utiliza madera como fuente de calor. Generalmente, está construido con materiales como ladrillo, piedra o barro, que retienen y distribuyen el calor de manera uniforme. Entre los tipos más comunes de hornos de leña se encuentran:
- Hornos Romanos o “artesanales” : Son los más antiguos, con una forma circular o elíptica. Una vez que las paredes del horno están "blanqueadas" (a la temperatura adecuada), se retira la leña y se limpian las brasas antes de hornear el pan.
- Hornos Guillard: En estos hornos, la leña se quema en una cámara separada, con una boca que proyecta las llamas hacia la cámara de cocción. Una vez alcanzada la temperatura deseada, se cierra la boca para mantener el calor durante el horneado.
- Hornos de Leña de Rotación (o con Volante): Disponen de una cámara de cocción giratoria que asegura una distribución uniforme del calor al mover los productos constantemente durante el horneado.
- Hornos de Leña con Cámara de Vapor: Incorporan una cámara de vapor para añadir humedad al entorno de cocción, lo que mejora la textura del pan.
¿Se puede llamar "pan de leña" a los panes de estos hornos?
No necesariamente. Solo los panes cocidos con cocción directa se consideran auténticamente "pan de leña". La cocción directa implica el contacto con el calor radiante o las llamas, mientras que la cocción indirecta utiliza calor transferido a través de las paredes del horno o por convección.
Actualmente, los hornos que permiten una cocción directa son los hornos romanos y los hornos Guillard. Por lo tanto, solo los panes cocidos en estos hornos pueden ser verdaderamente llamados "pan de leña".
¿Qué aporta un pan de leña?
Se suele creer que la leña confiere sabores especiales al pan, como ocurre en las barbacoas, pero esto no es del todo cierto. En los hornos de leña, el pan no debe estar en contacto directo con las llamas, ya que el calor excesivo lo cocería por fuera mientras queda crudo por dentro. A diferencia de la pizza, que se cuece de manera diferente y a temperaturas muy elevadas, el pan no se beneficia de un contacto cercano con la leña. Aunque la leña esté presente cerca del pan, no le transmitirá ningún aroma distintivo. Por lo tanto, no hay una diferencia significativa en el sabor entre un pan cocido en un horno de leña y uno en un horno de piedra eléctrico o de gas. Las diferencias que se perciben a menudo son más bien el resultado de estrategias de marketing que apelan a la nostalgia y a las fantasías del consumidor. La única diferencia real radica en el aspecto. Los hornos de leña de cocción directa, al no tener un sistema de vapor, producen un pan con una corteza más gruesa, un color más mate y una apariencia más rústica. En contraste, los hornos con capacidad para generar vapor producen panes con una corteza más ligera, crujiente y un aspecto más uniforme. Si un panadero desea obtener el mismo aspecto que el pan de leña, simplemente necesita ajustar la cantidad de vapor en su horno.
Conclusión
El mito romántico del "pan de leña" a menudo oculta una realidad más simple: la diferencia de sabor entre los panes cocidos en hornos de leña y en otros tipos de hornos es mínima. La verdadera distinción se encuentra en la apariencia del pan y en la técnica de cocción. La cocción en un horno de leña, aunque sea más compleja y técnica debido a la necesidad de un conocimiento profundo por parte del panadero, no altera significativamente el sabor del pan. En última instancia, el valor del pan radica no en el tipo de horno, sino en los conocimientos y el cuidado del panadero.
Lo verdaderamente importante es aplicar una buena técnica en el proceso de panificación. Si la técnica es mala el horno no salva el producto final.